Lo no dicho
Nueva tarea: Aprender el lenguaje de lo no dicho. Y no hable del nuestro, sino del de los otros.
¿Tan malo es, acaso, preocuparme porque la cara de los otros está triste? Ha de ser porque la tristeza es mi estado permanente. Y porque no la quiero para nadie.
(Necesito un abrazo)
Quiero una familia. Quieren amor, yo puedo dárselo. Quieren un intelectual, yo puedo serlo. Quiero un hijo, también puedo serlo. Saben dar abrazos, yo los necesito.
¿Quién me dará sus alas para volar? Lloro por las noches y me siento huérfano. Siento decepcionarlos, hoy no puedo ser ácido ni inteligente.
Ahora me pregunto si anoche transformé a un payaso en un arlequín. La ayudé a vestirse, la peiné como nunca antes y la convencí de ponerse aquellos brillos tan olvidados. ¡Que belleza la suya! Y sin embargo, después de su gran resurrección, está más muerta que yo... Osea, igual que siempre.
Los humanos se reproducen más rápido que sus alimentos. Yo no tendré hijos. Bien por ellos, bien por la Tierra.
¿Su resentimiento es solo por mi existencia o por las circunstancias de la misma?
¿Para qué me tuvo?
Yo sería -¿o hubiese sido?- capaz de matar por ella. Ella nunca, siempre tan correcta, erguida como posaba para las fotografías.
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