Grito Endemoniado

Cuando cae la noche, cuando la fauna del mal toma las calles por asalto, nace en mí la necesidad escribir, de matar a MI demonio. Ahora entiendo que me persigue, me atrapa, me frustra y yo incapaz de hacer nada. Por eso hoy me libero. Por eso hoy escribo. Por eso hoy lanzo mi primer grito endemoniado.

martes, abril 05, 2005

Espíritu Santo ausente

Cuando las volaciones del cónclave para elegir al sucesor de Albino Luciani empezaron el 15 de octubre de 1978, el Espíritu Santo no tenía ni la más mínima intención de aparecer.
A lo largo de dos días y después de ocho votaciones, el cardenal Benelli arañó la mayoría absoluta. De haber resultado elegido, no cabe duda de que Benelli habría recogido el relevo para conseguir varias de las líneas de acción marcadas por Luciani. Cody y Villot habrían sido reemplazados. Marcinkus, De Strobel y Mennini habrían sido arrojados del Banco del Vaticano.
Pero a Benelli le faltaban nueve votos y el eventual ganador resultó el cardenal Karol Wojtyla, que ha demostrado durante más de 26 años que la única similitud que guarda con su antecesor es haber elegido el mismo nombre: Juan Pablo.
En seguida de tomar poseción de su cargo, el papa Wojtyla fue informado sobre los cambios que Luciani se había ropuesto a llevar a cabo. Se le mostraron las pruebas que habían llevado a Luciani a la conclusión de que el cardenal Cody, de Chicago, tenía que ser sustituido. Se le entregó la evidencia que mostraba que la francmasonería se había infiltrado en el Vaticano. Se le comunicó que Luciani había mantenido un diálogo con el Departamento de Estado de los Estados Unidos y que planeaba una reunión con un comité del Congreso encargado de la población y del control de la natalidad. Villot, por su parte, jugó limpio y puso en conocimiento al nuevo pontífice sobre la actitud de Luciani en relación con la prevención artificial del embarazo -obviamente, a favor de los métodos de barrera-. En pocas palabras, Juan ablo II se encontraba en una posición única para hacer fructificar los planes de Albino Luciani. Sin embargo, ni una sola se convirtió en realidad. Fueran quienes fuesen los autores del asesinato al papa Juan Pablo I, no le habían asesinado en vano.

Malas costumbres
Desde la elección de Wojtyla se han escrito millones de palabras para tratar de etender la clase de hombre que es. Es la clase de hombre que tolera a gente como Villot, Cody, Marcinkus, Mennini, De Strobel, De Bonis y Poletti: ladrones, mafiosos y asesinos.
No es posible erigir defensa alguna a favor de Wojtyla basada en su presunta ignorancia. Nadie con dos dedos de frente puede creer que el difunto Papa ignore los negocios de el Vaticano, Sociedad Anónima.
Tuvimos un papa que ragañaba con acidez a los sacerdotes de Nicaragua por mezclarse en cuestiones políticas -Teología de la liberación- y que simultáneamente concedía su bendición para que enormes cantidades de dólares lleguen, secreta e ilegalmente, al sindicato Solidaridad de Polonia.
El de Wojtyla era un pontificado caracterizado or tener dos medidas de valor distintas: una para los actos del Santo Padre y otra para las del resto de la humanidad. El papado de Juan Pablo II ha supuesto el triunfo de los bribones, de los corruptos, de los ladrones, mientras el papa mantenía una imagen fabricada milimétricamente calculada, imposible de diferenciarla de la de un cantante de rock durante una gira.


Dios vendiga al elegido y despierte a los católicos